YO Y EL VAMPIRO
Ocurrió
hace muchos años... Era apenas una niñita, y aún recuerdo lo impactada
que quedé tras ver una pelicula sobre vampiros.
Creo que se titulaba algo así como " La noche del vampiro",
pero ni siquiera se si está bien escrito. Nunca me aferré
a un cojín, o me tapé la cara con las escenas cumbres...Los
dos rombos que anunciaban censura no fueron un obstáculo para que
pudiera ver la Pelicula de principio a fin. Quizás mis padres entendieron
que nunca he sido miedosa, y a ellos agradezco su benevolencia.
Desde aquel
momento fui cautivada por la figura del vampiro, pero no por ese vampiro
gótico y apuesto que enamora a sus victimas. No por ese Christopher
Lee que hace caer rendida a una Winona entregada en el Drácula
de Coppola. A mi me gustaba la fealdad que vi en aquella serie. A mi me
gustaba que aquel ser "repugnante" pudiera llegar a enamorarse,
que dentro de tanta fealdad existiera un punto de belleza difícil
de ser reconocido. Mi NOSFERATU no enamora, mi NOSFERATU
se enamora, que es bien distinto.
Muchos años
después conseguí la primera copia de esta película.
Rápidamente volvieron las imágenes de La noche del vampiro a mi cabeza.
El blanco y negro de la televisión de mi infancia se recreaba en
la cinta de Murnau. De nuevo las orejas puntiagudas, la cabeza
calva, los colmillos y las uñas afiladas... todo ello acorde con
la nueva atmósfera teatralizante que ideó el cine expresionista
alemán, y que solo un genio como Murnau consiguió
recrear en, la que yo considero, su obra maestra.
He visto muchas
veces esta película. La he analizado, la he recreado, la he versionado,
la he comentado... y siempre hay algo nuevo. Siempre aparece un nuevo
símbolo, una nueva expresión. El penúltimo suspiro
vino de la mano de Elías Merhige con "La sombra
del Vampiro" donde volví a ver a mi chupa sangre preferido
sentada en una butaca del Kinépolis, magistralmente interpretado
por un irreconocible Willien Dafoe. Y así hasta un centenar
de versiones, algunas mediocres y otras no tanto, que dejan a Murnau
en su lugar, en el del genio.
LA PELÍCULA
Toda esta introducción
no es mas que una puesta en antecedentes para disertar sobre una película
que gira en torno al símbolo, de manera genérica. Todos
ellos aluden al mismo referente, NOSFERATU.
Fue ésta una
película problemática desde el principio. Aunque se cambiaron
topónimos y antropónimos (los productores cambiaron el nombre
a todos los protagonistas e incluso el título, de "Drácula"
a "Nosferatu", además de trasladar la acción
de Londres a Bremen), la viuda de Bram Stoker recurrió con
éxito ante la justicia, ya que los productores no habían
satisfecho ningún derecho de autor a pesar de que la película
se basaba de forma evidente en la novela del irlandés. La denuncia
por plagio dejó a la compañía en bancarrota, debido
a la alta suma compensatoria que se vio obligada a pagar. El juez además
dictaminó la destrucción de todas las copias existentes,
pero afortunadamente para la humanidad cinefilia, el film ya había
empezado a distribuirse en el extranjero y gracias a esto se salvó
la película de la aniquilación.
Con NOSFERATU, el
vampiro Murnau demostró que era un maestro en la creación
de esa atmósfera onírica y de terror que bañaba tantas
y tantas de las mejores películas alemanas mudas. También
demostró que poseía un gran sentido de lo visual; y aunque
ninguna de las imágenes de la película retrasa o impide
el avance lógico de la historia, todas ellas se caracterizan por
su enorme belleza y capacidad de sugerencia.
NOSFERATU comienza
con un rótulo donde se nos informa que la historia que se va a
contar parte del diario de Johann Cavallius, historiador de Bremen, su
ciudad natal y donde se desarrolla la película. La historia se
centra en la peste que asoló la pequeña localidad alemana
en 1838, cuyo origen se encuentra en la nave que trajo al vampiro desde
Transilvania y en la historia paralela del joven matrimonio formado por
Jonathon Harker y su esposa Nina. La función de Cavallius no es
la de un mero narrador de acontecimientos; Sus investigaciones posteriores
a la muerte del vampiro aparecen reflejadas en su diario adelantándonos
algunos hechos y explicándonos otros.
Aspectos técnicos
Enfrentándose a
la tendencia expresionista de rodar todas las escenas en estudio y en
decorados plásticamente dislocados, Murnau recurrió
principalmente a escenarios naturales cuidadosamente elegidos y estudiados.
Con calles de Wismar, Rostock y Lübeck, compuso una única
ciudad y rodó sus paisajes parte en Silesia y parte en Eslovaquia.
Con esta innovadora introducción de elementos reales en una historia
fantástica, consiguió potenciar su estremecedora veracidad.
Los paisajes se nos ofrecen mediante panorámicas, sobre todo de
los bosques y del mar.
Murnau diferencia
todas las escenas mediante fundidos en negro. No le interesa crear una
línea de acción clara y alterna planos para crear una atmósfera
de miedo que provoque inseguridad y desconcierto al espectador. Tampoco
hay grandes movimientos de cámara en esta película, aunque
el montaje está muy cuidado y meditado.
Al quebrar los cánones
teatralizantes del expresionismo contribuyó su utilización
de recursos técnicos de filiación vanguardista, como el
acelerado y el ralentí, sobre todo cuando quiere describir estados
sobrenaturales, aunque, en general, el ritmo del montaje es lento. Por
la misma razón, Murnau emplea película negativa para
señalar el paso del mundo real al ultrarreal.
Para lograr los efectos
especiales, se recurrió al acelerado anteriormente descrito y a
la fotografía en negativo, jugando con la profundidad de campo
para integrar a los personajes en el paisaje y dar una impresión
de "naturalidad" de la que a todas luces carece Caligari. Fundidos
y sobreimpresiones marcan las apariciones sobrenaturales del vampiro.
El uso de primeros planos
no es profuso aunque sí es interesante cuando lo utiliza. De esta
manera enfatiza los rostros de los personajes, sus expresiones, adentrándonos
en la psicología de éstos, que suele ser compleja y de motivaciones
ambiguas. También utiliza el primer plano para dar importancia
a aquello que podría pasar desapercibido como el reloj que da las
doce en el castillo del vampiro o el dedo de Harker manchado de sangre
después de un corte accidental. Las cartas que éste envía
a su mujer también aparecen en primer plano y se equiparan con
los rótulos.
Cabe hacer una mención
especial al uso de un contrapicado impresionante en el momento en que
el segundo de a bordo del "Deméter" se arroja al agua
ante la horrenda visión del vampiro en la bodega. Éste sube
a la cubierta y persigue al marinero. Desde la borda mira al océano,
por donde ha caído el joven. Murnau nos pone en el lugar
de éste, apareciendo la figura del vampiro ante nuestros ojos magnifica
y poderosa como el nuevo capitán del buque de la muerte. Este fotograma
aparece muchas veces para ilustrar comentarios y artículos sobre
la película.
En cuanto a la interpretación
cabe resaltar los lentos movimientos de los actores, aunque no tan teatralizados
como en el Gabinete del Doctor Caligari. Son ritmos pausados que
causan agonía. Los rostros de los personajes adquieren una tremenda
expresividad que se consigue gracias a la propia interpretación
y al profuso maquillaje, que aumenta en los rostros del vampiro y las
criaturas afines a él (su cochero, su siervo Renfield...) para
distinguirlos del resto de los personajes. Esto se potencia mediante la
característica luz del cine expresionista alemán, blanca
y luminosa, cuya potencia incide especialmente en los rostros.
Simbología
La mezcla de realismo y
fantasía forman un todo coherente en esta historia romántica
que debe menos a la vampirología que a cierta temática muy
arraigada en toda la obra de Murnau, como la obsesión por
la idea de la muerte, el tema de la felicidad de una pareja perturbada
por la presencia del Mal (NOSFERATU) y el papel expiatorio de la
mujer, que con su voluntad de abnegada entrega derrota al vampiro.
La película se compone
de diversos símbolos que suponen su eje rector. Comienza con la
vista de una torre, de formas puntiagudas. Estas arquitecturas imponentes,
de formas triangulares, planos inclinados y aristas cortantes, evocan
la figura del vampiro, cuyas orejas, manos y nariz, parecen afiladas maquinalmente;
Su sombra alargada y sus cejas se elevan hacia arriba, denotando así
una expresión aún más macabra en su rostro. Lo mismo
ocurre con las formas puntiagudas de los bosques de abetos que aparecen
en los alrededores del castillo de Nosferatu, con las torres del propio
castillo y con el mobiliario que aparece en él, a base de sillas
de imponente respaldo, alargado y estrecho, igual que la figura del protagonista.
Hay otros elementos en
la película que evocan al vampiro, como por ejemplo la hiena, animal
considerado siempre de forma negativa, que con su aparición produce
la huida de los caballos. Esto queda ratificado en el libro sobre vampiros
que lee Harker, donde se afirma que los animales poseen un instinto especial
del que los humanos carecemos para intuir el peligro. Otros elementos
que nos recuerdan a éste son la noche y la sombra, que es la forma
en que se manifiesta como tal. Sus actuaciones vampíricas, su lado
oscuro aparece reflejado en forma de sombra o se elude su representación,
dejándonos la evidencia de su actuación por un principio
y un final muy explícitos. Así también las fiebres
que invaden al matrimonio, sus delirios sonámbulos, son efectos
que el poderoso chupa sangre ha provocado en ellos.
Otro de los símbolos
que aparece en la película es el puente que cruza Harker y que
marca el límite entre la tierra de los hombres y la de los fantasmas.
A partir de ahí cambia su vida. Este puente sirve de enlace entre
la vida y la muerte, entre el bien y el mal, entre el mundo terrenal y
el mundo de las tinieblas. Murnau nos propone quizás así
una reflexión de nuestra propia existencia, de la difícil
decisión de cruzar nuestro propio puente.
La cruz, un símbolo
cristiano al que estamos acostumbrados en las películas de vampiros,
pues sirve como arma contra ellos, no tiene aquí tal función,
ya que NOSFERATU muere desintegrado con la luz del sol. A pesar
de ello, hay que mencionar su aparición en la escena donde aparecen
dos agentes marcando las casas de los fallecidos por la plaga mediante
una cruz de tiza en la puerta. Se trata pues de un nuevo símbolo.
El nombre de la nave que
trae la peste a Bremen, el "Deméter" tampoco está
elegido aleatoriamente. Según la mitología griega, Deméter
era la hija de Crono y de Rea y madre de Perséfone, que fue raptada
por Hades (el infierno). Deméter buscará a su hija durante
nueve días y nueve noches, en las que se ilumina con una antorcha
(se la relaciona con la noche y con la oscuridad y en sus representaciones
artísticas aparece con antorchas encendidas). Esta relación
de las sombras, la oscuridad y la noche se pone en relación directa
con el vampiro.
La película termina con una imagen que de nuevo tiene un significado simbólico; se trata de una vista arquitectónica como la que abría la historia aunque con una salvedad y es que, en vez de ser una estructura imponente como lo era la torre del inicio, lo que aparece es un castillo en ruinas. Ambas imágenes podrían aludir a NOSFERATU, con todo su poder, al principio y derrotado al final.
La película termina con una imagen que de nuevo tiene un significado simbólico; se trata de una vista arquitectónica como la que abría la historia aunque con una salvedad y es que, en vez de ser una estructura imponente como lo era la torre del inicio, lo que aparece es un castillo en ruinas. Ambas imágenes podrían aludir a NOSFERATU, con todo su poder, al principio y derrotado al final.
Naturaleza
La naturaleza cobra un
papel principal en la historia de NOSFERATU. Aparte de los numerosos
paisajes naturales que aparecen durante los viajes de Harker o las vistas
del océano que se nos muestran durante la travesía del Deméter
o mientras que Nina espera la llegada de su esposo del castillo desde
las dunas, también aparecen unos jardines repletos de vegetación
que rodean las casas del matrimonio Harker y de sus amigos los Westenra,
donde se aloja Nina durante la ausencia de su marido. A veces la naturaleza
se muestra indómita en los paisajes de panorámica, con el
mar embravecido o los bosques frondosos e imponentes, que nos provocan
un sentimiento de temor y de respecto ante tal espectáculo. Esto
se podría poner en relación con la pintura romántica
alemana del siglo XIX (Friedrich, Wagner, etc.).
Aparte de estas vistas
naturales, hay un elemento importante en la segunda mitad de la película;
me refiero a las clases que imparte el doctor Van Helsing sobre los secretos
de la naturaleza y su extraña correspondencia con la vida humana.
Este episodio no tiene ninguna importancia argumental ni interviene en
el desarrollo de la historia. Realmente su importancia radica en su simbología:
las demostraciones del doctor Helsing no nos dan lugar a dudas; tanto
la planta carnívora, que atrapa a sus pequeñas presas para
devorarlas, como el pólipo con garras, que actúa de igual
manera, son los vampiros del mundo vegetal, según las propias palabras
del doctor.
Inmediatamente después
de esta aparece otra escena en la celda de Ranfield donde éste
señala una araña que devora a la presa que ha caído
en su tela. Todas estas criaturas del mundo animal evocan al protagonista
de nuestra historia.
El vampiro
En otro orden de cosas,
la relación telepática que NOSFERATU establece con
Ranfield, su siervo, es bien distinta a la que establece con sus jóvenes
víctimas (me refiero a Jonathon y a Nina). Ranfield puede descubrir
donde se encuentra su maestro y seguir sus movimientos a pesar de estar
recluido en una celda, ya que es tomado por loco. El efecto sobre el joven
matrimonio es diferente: ambos entran en un estado febril donde deliran
al visionar lo que ocurre con NOSFERATU. El vampiro establece conexión
primero con Nina al observar su retrato: con Jonathon lo hace después
de morderle. La conexión que establece con Ranfield no aparece
expresada en la película, aunque probablemente ya existiera desde
antes (es un personaje negativo y de ello se nos avisa desde el principio)
y se acentúa a medida que su amo se acerca a la ciudad.
Lo interesante aquí
es su relación con Nina. NOSFERATU es un vampiro profundamente
enamorado y esa será la causa de su muerte. Desde el momento que
ve el retrato de Nina que lleva su esposo encima, sentirá unos
deseos irrefrenables de poseerla. Una vez en Bremen, observará
todos los movimientos de ésta a través de la ventana de
su casa, frente a la suya. Pero, a diferencia de lo que indica la tradición
sobre el hiperconocido "Drácula", NOSFERATU
refleja su sombra en las paredes y su caracterización como un ser
monstruoso y harto desagradable dista mucho de la descripción que
figura en la novela de Stoker. El "Drácula" literario
no es un vampiro gótico, apuesto y seductor, bien parecido y cuyas
artes con las mujeres le son de sobra conocidas. Nunca más lejos
de la versión de Murnau. El aspecto horripilante de nuestro
protagonista no le permitirá seducir a Nina, aunque ese sea su
objetivo. Ella se entregará a él únicamente por salvar
a su ciudad de la plaga, ya que la presencia de éste le provoca
autentico pavor. NOSFERATU, rendido en su cuello, muere con la
luz del alba. El hechizo se ha roto gracias a que una mujer pura de corazón
ha ofrecido voluntariamente su sangre a NOSFERATU y le ha retenido
con él hasta el canto del gallo.
Su muerte se produce fulminado
por la luz solar (nada que ver con la novela de Stoker) y la causa última
de ésta, como ya hemos apuntado es el amor, lo que entronca de
nuevo con el Romanticismo alemán del que los primitivos cineastas
de ese país eran tan deudores. El gesto altruista de Nina ha derrotado
al Mal. NOSFERATU se convierte así en algo más que
una corriente película de terror.
NOSFERATU el vampiro es un film de extraordinaria belleza y lirismo. La visión de este clásico es una obligación ineludible para cualquier interesado en el vampiro transilvano. Imágenes como la de NOSFERATU acumulando ataúdes en el coche fúnebre, la procesión mortuoria en la ciudad, la epidemia de ratas o la muerte del propio vampiro enamorado, llevándose su mano al corazón permanecen en la retina de todos aquellos afortunados que ha podido disfrutar con la contemplación de un clásico que, como la mayoría de los clásicos, posee una vigencia que lo mantienen actual a pesar de las décadas transcurridas desde su estreno comercial.
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